Si George Orwell resucitara y revisara su obra...
Pongamos que George Orwell resucita y revisa su obra. Reescribe Rebelión en la granja y la titula Rebelión en la Massía. Hace lo propio con 1984 y lo traslada a 2014, fecha clave para los independentistas catalanes. Finalmente redacta otra vez Homenaje a Cataluña, que ahora acabará retratando una realidad distinta.
Pongamos que el gran escritor inglés nos cuenta la vida de un pequeño país independiente gracias a un patriota famoso por el fútbol: Joan Laporta. Años antes este hombre había presidido un club que asombró al mundo entero por su juego, se hartó de ganar títulos y dio muchos motivos para que todos admirásemos aún más a Cataluña. Pero eso queda ya lejos. Un día, en Santander, sentado junto al presidente Revilla proclamó que España estaba machacando a su país natal. Ahora es el “molt honorable President de la Generalitat”, y como tal asiste al partido decisivo para el Campeonato de la Lliga de Catalunya, donde el Barça se la juega con el San Andrés.
El Barça alinea una poderosa escuadra compuesta por catalanes pata negra: Borrell. Roig, Sensat, Novell, Trobat. Matalí, Deulofeu. Castellet, Hortolá, Amat y Fuster. Ni rastro de aquellos cracks que antaño recalaban por aquí: esta liga no da para tanto, y además hay que hacer país. Apenas hay público. Sólo media grada que bosteza evocando tiempos más gloriosos, y que al final del partido se manifestará frente a la tribuna presidencial para desplegar una pancarta con esta leyenda: “Ara no estem matxacats, ara estem aborrits y cabrejats”. La Porta calla, se encoge de hombros y se queda pensativo.
Normal. La ucronía responde a sus actuales excesos. Hace unos días proclamaba que dejará el fútbol para dedicarse a la política. Y el martes, mientras su equipo sí que machacaba de verdad al Racing de Santander, escandalizaba en el palco al presidente de Cantabria quejándose de lo mal que trata España a Cataluña. Algo que, según él, alimenta el afán de independencia.
Al fogoso presidente del Barça habría que recordarle que a la demagogia la carga el diablo. Y que lo que hoy, en el carro del triunfador, tanto le pone cachondo, podría convertirse en una ruina para el mejor club del mundo. Como dicen los castizos, o somos o no somos. No se puede tener la mula y los mil ducados, ni aspirar al sueldo del general y también a la verga del teniente. Si algún día el sarpullido progre/independentista de Laporta se convirtiera en realidad, el Barça debería jugar una Liga de Fútbol entre equipos exclusivamente catalanes. Imagínense la alegría de la hinchada: después de haber contemplado las grandes hazañas del “dream team” de Messi, Ibrahimovic, Xavi, e Iniesta frente al Madrid, al Valencia, al Sevilla o al Athletic, apañarse ahora con el Nástic o el Mollerusa de rivales. Para ese viaje incluso Rafael Casanova pensaría que no hacían falta alforjas.
Si en la aldea global y en un espacio como el europeo cada vez tienen menos sentido las fronteras, aún menos sitio para el nacionalismo queda en el fútbol. La Porta sabe de sobra que el Barça es hoy una brillante multinacional que por suerte –y en parte por su talento, que todo hay que decirlo- representa a Barcelona y a Cataluña. Pero que se engrandece con jugadores y con miles de hinchas no catalanes. Su equipo no podría servirle de plataforma para sus delirios políticos si fuera sólo el campeón de ese país con el que sueña. Hay otras formas de hacer grande, querida y admirada a Cataluña sin tener que echar regüeldos sobre la idea de España, que, por cierto, aún tiene más aficionados que el Barça. Otro catalán de gran talla que es Pau Gasol le podría dar lecciones al respecto.
El Duende de la Radio 
Si es que no tengo nada que comentar, si ya lo ha hecho el duende muy bien. Solo me deja decirle que estoy 100% de acuerdo con su post.
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Este artículo se ha publicado en el MARCA de hoy. Me halaga mucho saber que lo habrán leído más personas que si lo hubiera publicado en EL PAÍS, pero sospecho que todos los duendistas habituales se lo habrían perdido si no me tomo la libertad de reproducirlo aquí.
No es que sea una pieza maestra, claro. Pero me ayuda a disfrazar la mala conciencia de hacer novillos dos día seguidos…
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VALE..porque nos has regalado con un magnifico post..te perdonamos que nos olvides algun dia…pero que sepas que esta increible!!! saludos
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Hoy es sábado y aún no he desayunado. Me he levantado tarde, y me voy a pegar un desayuno imperial acompañado por mi santa esposa. Hace sol. Vamos a pasear.
La gente también estará paseando por la calle, haciendo compras y, dentro de unas horas, tomando el aperitivo. Otros estarán muy pero que muy hartos de todo, con su paro, su hipoteca y su amgustia. Yo me siento muy afortunado porque (aún, y toco madera) no siento ese gélido aliento en mi cogote.
Ante esta estampa de vida cotidiana de gente normal, las rimbombancias nacionalistas y patrióticas me la… (¿se puede decir me la sudan?), y el macrofútbol también.
Se me da una higa de los supuestos problemas existenciales de Laporta. Y de los de Florentino, y de los de Cerezo. Anda y que les zurzan.
Me voy a desayunar, hoy sábado, como un príncipe.
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Tu si que sabes, José Ramón. Me apunto a tu visión pasota de las rimbombancias futbolístico-político-nacionalista de estos magnates visionarios.
Rafa Nadal es otro que podría dar lecciones de sensatez a estos profetas que no saben mirar más allá de su ombligo.
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Me traería sin cuidado los problemas que tienen Laporta, Florentino y Cerezo, entre otros muchos, si no fuera porque lo fragmentan en millones de acciones que distribuyen a través de la gran superficie de los mass media, con la inestimable colaboración de los títeres políticos, y al final, participemos o no del negocio-espectáculo del fútbol, o de otros, pagamos entre todos las macropérdidas y sólo ellos recogen los macrobeneficios.
Es una bonita manera de hacer la broma esa del truco de pasar una moneda de un bolsillo a otro y después el más difícil todavía de que vuelva al bolsillo de origen, pero en este caso sólo hace el camino de ida.
Y el auténtico problema es que la inmensa mayoría de esos millones de accionistas ni siquiera se entera de que en su bolsillo realmente falta la moneda.
No hay nada como robar muy poquito a una cantidad ingente de personas. Lo malo es que el número de aficionados a este tipo de robo ha aumentado de forma muy, pero que muy alarmante.
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Gracias a este señor me entero de que los españoles estamos machacando a Cataluña, porque habitualmente:
– consumimos muchos de los buenos productos de alimentación y textil que allí se fabrican.
– consumimos muchos productos de fabricación y marca extranjeras que tienen en Barcelona su domicilio para España (y pagan allí los impuestos).
– leemos buenos libros escritos en español y editados en Cataluña.
– escuchamos o leemos, de cuando en cuando, a buenos periodistas catalanes que por cierto se expresan en buen castellano.
Por la parte que me toca, hecho el examen de conciencia, sentí dolor de los pecados y me imbuí de un inquebrantable propósito de enmienda. La cosa fue tal que así: El otro día, tras ducharme con el gel Lactovit (del grupo Puig) y una vez vestido con ropa de Mango, me dispuse a desayunar unas tostadas de pan Bimbo con unas lonchas de jamón Argal, al tiempo que cavilaba sobre si mi nueva televisión sería Sony, o Panasonic, o tal vez Sharp. Al terminar la colación, para hacer tiempo hojeaba distraidamente el último premio Planeta y Francino en la radio se hizo eco del pensamiento de Laporta. Me bastó un momento para analizarlo, y acto seguido me sentí invadido por una profunda tristeza y un gran arrepentimiento. Diríase que, como Saulo de Tarso en el camino de Damasco, caí del caballo. ¡Pecador inmisericorde -me dije- qué haces machacando a Cataluña con tanta saña!
Desde entonces, gracias a que este prócer futbolero me abrió los ojos, me abstengo de machacar a Cataluña de ninguna manera y me siento mejor persona.
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Estoy convencido de que el nacionalismo es un chollo que le exime a uno de toda responsabilidad. A Hitler le vinieron de perlas los judíos para echarles la culpa de todo. Habló de la Gran Alemania, injustamente tratada por el contubernio internacional (que controlaban los judíos), et voilà, la masa a sus pies.
En Cataluña, País Vasco, Galicia, etc, tienen la misma solución para el problema del paro, de las listas de espera de los hospitales, de las infraestructuras, de la violencia y de la burricie: Echar la culpa a España y seguir sin arreglar nada, y muchos se lo creen y aguantan, y siguen votando.
Propongo que los demás, los «no alineados» (castellano-manchegos, castellano-leoneses, madrileños, extremeños…) le echemos la culpa de todo a los húngaros. Igual hasta funciona.
Y es que, hay que reconocerlo, los húngaros nos tienen machacados.
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Son ya algunos deportes en los que la Selección Catalana ha conseguido inscribirse con personalidad propia en detrimento de la española. Todo esto es muy jaleado por los nacionalistas y se presenta como un gran triunfo.
Yo siempre he defendido que tan pronto como sea reconocida la primera selección catalana, aunque sea de canicas, inmediatamente se obilgara a que lo hiciesen en el resto de deportes, en todos sin excepción. Hágase extensivo este razonamiento con el resto de «naciones» machacadas por el Estado Opresor Español. Y los que nos quedáramos dentro de Ex-paña, no sé si ganaríamos campeonatos, pero estoy seguro de que seríamos testigos de la debacle de los nacionalismos independentistas.
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