Dónde viajan los que tienen tiempo y dinero para viajar donde les llega la real gana. Por qué gustan tanto de ir donde van los que son de su condición, no desmarcarse, saber que se encontrarán siempre a los suyos. Por qué no buscan otros destinos menos trillados. Los niños con los niños y las niñas con las niñas, se cantaba antes en los corros infantiles. Y los ricos con los ricos. Dónde va Vicente, donde va la gente. Más bien al Mediterráneo, aguas esmeraldas, puertos acogedores, buenos barcos, navegación tranquila, calas tentadoras, noches locas llenas de fiesta, cenar un pescadito junto al mar rodeado de magnates y de rubias, luciendo el moreno sobre un blusón blanco y sonriendo a los conocidos que se agolpan en el mismo restaurante de moda.
-Don Leoncio, qué gusto verle otra vez por aquí –le dice sumiso el maître mientras hace cuentas del ojo de la cara y la yema del otro que le cobrará por el crustáceo del día- Le tengo reservada su mesa de siempre…
Le reconocen, le reverencian, le sonríen. Es feliz.
Seguramente don Leoncio también ha viajado donde los demás. Quizás en otros tiempos, cuando era estudiante y más curioso. Pero si ha ido allí, lo comentó poco, porque luce más el veraneo poderoso, y donde llegan los que no pueden pagar 1.000 € por un atraque tal vez tenga algún interés cultural, pero interesa poco contarlo. Al tal don Leoncio lo que de verdad le pone es saber que él ocupa siempre un coto exclusivo. Por eso no le acompañó al bloguero en su recorrido por Bretaña.
-Lo siento, tío. Ahora sólo disfruto donde los destellos de la Visa Oro deslumbran más que el sol.
(Es exagerado. Leoncio no es tan simple, y en el fondo entiende los viajes de la clase media. De todo tiene que haber).
Sorpresas te da la vida. Y sorpresas que se hubiera llevado el viajero fardón al saber que la costa norte de Bretaña fue en el período de entreguerras del pasado siglo la costa del glamour y del dinero de los leoncios de entonces. Le leyó en la guía este duende, y lo comprobó haciendo el inolvidable y bellísimo promenade costero de Dinard, desde el cual se ve Saint Malo como una nariz amurallada del continente anclada en el mar. Hasta el crack del año 29 el casino de Dinard era punto de encuentro de los magnates. Francia por ahí se desmelena en numerosos cabos, separados entre sí por rías que multiplican el placer de una mansión con vistas a un horizonte de agua. Así ocurre que en unos pocos kilómetros cuadrados se arrugan muchísimos kilómetros lineales de costa. Y el viajero puede contar en su paseo tantos chateaux, manoires, palacios y casonas de categoría como los que probablemente se asoman a nuestro Cantábrico desde San Sebastián a Finisterre.
No todo son delirios de grandeza. También se enteró el Duende de que en una de las innumerables y magníficas playas de Bretaña era donde tomaba sus vacaciones Monsieur Hulot, aquel personaje pintoresco que encarnó en el cine Jacques Tati. La película se llamaba precisamente Las vacaciones de Monsieur Hulot, y fue una de las más divertidas que uno recuerda de aquel tiempo feliz en que uno acudía al cine para gozar, y no para pensar y sufrir, como ahora. No metió el viajero ni un dedo del pie en el agua, sólo cruzó las playas de Bretaña por el gozo de pasear. Pero buscó insistentemente la figura espigada de Tati, con su sombrero y pipa característicos, y no la encontró. El esplendor de Monsieur Hulot, como el de la propia costa bretona, puede que pasaran, pero su encanto permanece. Aunque Leoncio insista en que, ahora, todos los que son pasan el verano en otra parte. Modas y modos de entender la vida.
bueno bueno …sigue caminando y paseando por esas costas y nos lo vas narrando y es casi como si te acompañasemos,,,,que envidia…saludos
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Me gusta y me ha gustado pasear por esas tierras, bravas, duras, tremendamente pintorescas, buena gastronomía y buena bebida. El tiempo que pase en ese lugar fue algo distinto en mi vida, la pintura y la poesía, la prosa, llenaba mis días. Fui feliz? Por lo menos lo intente metida en días de niebla. Al mismo tiempo me gusta esos rincones de la Francia húmeda.
Saludos duende
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Dos veces he estado a punto de ir a Bretaña y no pude, y veo que se me resiste ese viaje.Con tus comentarios, es como heber estado un poco. Pero siempre desee ir en invierno, verlo todo lleno de bruma, sin gente, pasear por las playas con un jersey gordo de lana y comer bien. Espero conseguirlo.
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Supongo que te refieres al Leoncio que es el marido de Cuca. Esto es, el padre de Nacha y Cuchi, oséase el cuñado de Puchita, es decir, el yerno de Pachito y Miluli. Es que nosotros lo llamamos Lonchi, que es menos vulgar.
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Efectivamente. Veo que estás al loro. Miluli este verano estaba un poco triste, porque al cirujano se le ha ido la mano y le han dejado los morros como a Tonocha. Figúrate qué horror, se quiere morir.
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¡Qué superdisgustazo me acabas de dar! Pobre Miluli, normal que se quiera morir. Al final van a tener razón mis primas Chitina y Popita, que se fueron a hacer esas cosas a Suiza porque los cirujanos de aquí son demasiado baratos.
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Me temo que el delicioso Monsieur Hulot de Jacques Tati ya no hace gracia a los más jóvenes, educados en el chiste evidente, y encima subrayado.
Tati queda demasiado surrealista, demasiado elegante y demasiado evanescente.
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