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Echemos la culpa a Mozart

Entre los motivos humanos que explican la retirada de Benedicto XVI, el más divino quizás sea el poder tocar al piano las partituras de Mozart...

Entre los motivos humanos que explican la retirada de Benedicto XVI, el más divino quizás sea el poder tocar al piano las partituras de Mozart…

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No sabes cuánto tiempo hacía que no te dormías con música de Mozart. Debe de ser porque no hay ningún estudio científico que abone su poder curativo sobre tus dolencias. Un científico japonés quizás haya descubierto que el colmillo del narval crece tres veces más los años bisiestos. Un suponer. Otro estudio de la Universidad de Yale puede que nos sorprenda hoy sosteniendo que desayunar fríjoles con chocolate aumenta el deseo sexual. Otro suponer. Seguramente un ornitólogo escribe su tesis doctoral sobre  por qué las gallinas ponen más huevos con dos yemas a partir del miércoles de ceniza, demostración de que en estas fechas se producen muchas flores, tirabuzones rosquillas y otras delicias conventuales y, como criaturitas de Dios colaboran en el buen orden de la creación.

Otro suponer, más surrealista si cabe. Como las miles de teorías que todos los días se difunden sobre otras observaciones sorprendentes: a) El sonido de las sirenas de los barcos en la evolución de las verrugas b)La relación entre el aflojamiento de la goma de las bragas y los trastornos psicológicos de la mujer c) La influencia entre el teñido del pelo de los políticos sobre la credibilidad de sus mensajes d) La mutación de la función simbólica y adivinatoria de los sapos, que hasta hace nada barruntaban lluvia y ahora cuando se te cruzan en el camino son advertencia de que va a subir la prima de riesgo. e) El brandy Benedictine les sale mucho más aromático  a los monjes cuando lo destilan al ritmo de la música de Shakira.

Ni un día sin un estudio nuevo que nos deje boquiabiertos. Seguramente hoy mismo se descubrirán muevos agujeros negros y enanos marrones en el espacio, y otro sabio nos aventurará que en realidad si nuestra galaxia era hasta el momento un granito de arena en  una playa, ahora se ha demostrado que es menos que una partícula de polvo de litioen ese infinito vaso efervescente que es el universo.

Vamos, que no tenemos ni puta idea de casi nada. Pero como hay tantas tribunas, micrófonos, cámaras a las que atender y horas que rellenar, se dice lo que haga falta con  tal de entretener al personal.

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Tú pusiste música de Mozart con la esperanza de que sus conciertos estimularan la inhibitina de tus diminutos tumores pulmonares y anulase la jodiendosis agresiva que pellizca tus dorsales. Vana esperanza: ni la una ni la otra tienen carta de naturaleza entre los galenos. No existen.

Y entonces caíste en la cuenta del por qué de tu decisión. El hombre del día era Josep Ratzinger, que ha renunciado a su dignidad papal por no sentirse en condiciones para tal responsabilidad y poder tocar al piano a su músico favorito: Wolfgang Amadeus Mozart.

La Iglesia Católica tampoco es ajena a la sensación de derrumbe que parece asolar al mundo que vivimos. Y qué duda cabe que hay otras maneras de sentir a Dios y hasta de servirle. Por ejemplo, continuar rezando en un convento desde cuyo huerto  de olivos y limoneros se divisa una bella vista sobre Roma e interpretar a Mozart.

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Lo que tantas veces has dicho de Bach o de Beethoven vale para Mozart. Todos los genios nos dejan tendidas escaleras mágicas que convergen en lo más sublime y delicado que puede imaginar el ser humano. Para unos puede ser la idea de Dios, para otros la percepción del amor, pero difícilmente te sugerirán algo desagradable como una inspección de hacienda.

Tú recuerdas que cuando la pasión de la juventud se rompía dentro de tí fuiste con la chica de tu vida a un concierto en la que una flautista llamada Helaine Shaffer interpretó el Concierto para arpa y flauta  C.K. 299 de Mozart. Tu memoria nunca olvidó algunos detalles significativos de aquel concierto. En primer lugar, la flautista era una rubia americana del estilo de las que elegía Hitchcock. Tocaba una flauta travesera de platino, lo que aún le añadía más fascinación. Por otra parte el delicadísimo andantino del segundo tiempo, no se sabe si por su propio lirismo o por la emoción de escucharlo junto a la que tanto te gustaba, te pareció un regalo mágico que la Providencia había reservado para ti.

La chica, que seguía a Amadeus tan embelesada como tú, llevaba además un curiosísimo vestido cuyo escote en pico era cerrado por una cremallera de color que venía desde la cintura. Durante unos buenos minutos llegaste a pensar que lo sublime podría serlo aún más si, como ocurre tantas veces, los dientes de la cremallera se hubieran abierto espontáneamente y tú hubieras agregado al intenso placer espiritual de la música de Mozart el no menos intenso placer, bien es verdad que no tan espiritual, de verle de reojillo los pechos a tu amada. Desgraciadamente no fue así. Tú juras y perjuras que estabas sintiendo la divinidad a tu lado, sin mezcla de malicia alguna, pero el Jefe debió de decidir que lo de la exhibición no tocaba. El público y el maestro, que quedaban de espaldas, tal vez no se hubieran percatado de ello, pero el arpista que acompañaba a la Shaffer hubieran perdido el compás echando a perder lo que sin duda fue para ti un concierto inolvidable.

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Por lo demás, desde que el Papa ha decidido retirarse su figura se te ha humanizado, al punto de que te cae simpático. Sólo visitaste una vez el Vaticano, pero comprendiste que tanta pompa, circunstancia y tan fastuosa arquitectura de poder se le puede venir encima a cualquier alma sensible que crea que su misión es continuar la obra de Cristo.

Que paren este mundo, que me apeo- podría haber sugerido Ratzinger incluso admitiendo que Bob Dylan no es Mozart.

Te gusta imaginar también que un día una buena católica de ojos hechiceros que tú conoces fue a recibir la bendición papal, y que el Santo Padre quedó tan impresionado por ellos que comprendió que no podía seguir llevando la tiara papal siendo tan vulnerable como cualquier hombre. Ya es rizar demasiado el rizo: humano sí, ma non tanto.  Conténtate con echarle la culpa de la ritirata a Mozart,   y preocúpate sólo del  poco margen para la sorpresa que te va dejando el tiempo que te ha tocado vivir. ¿Mira que si un día también dimite Dios?…

 

Cómo aliviar daños colaterales

El truco consiste en transferir al espíritu de celebridades como el del valeroso general Ricardos, que ya no sufrirá nada, los males que te afligen...

El truco consiste en transferir al espíritu de celebridades como el del valeroso general Ricardos, que ya no sufrirá nada, los males que te afligen…

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Cuando revisas tus  últimos intentos de completar un  post y de subirlo al blog te entra un ataque de sinceridad.

-Esto es un coñazo-  te susurra Pepito Grillo- ¿Cómo quieres que a nadie le interese eso?

Claro, no los acabas, no los rematas, y pasan los días sin subir ningún post nuevo. Encima te estás poniendo pesado con tanto darle vueltas a tu arrechucho. No es para tanto, caramba.

Por otra parte, la cosa te preocupa. Algunos de tus amigos creen que el tono de tus entradas es como el termómetro de tu salud. Y si ven que no estás ni para escribir, pueden creer que estás peor. Lo cual es cierto, pero menos. Sueles explicar que después de las quimioterapias  te tiene a mal traer el funcionamiento del sistema digestivo, añadiendo que de norte a sur. Esta última es una metáfora de niño aprendiz de geografía: tiendes a creer que el norte es lo que queda siempre más arriba, como si toda la vida fuera un mapa. Bueno, pues tú andas permanentemente revuelto y asquerosito a la altura del Trópico de Cáncer, y nunca mejor dicho. Y taponado como con hormigón armado por el aliviadero del Polo Sur.

Todo pasa en esta vida. Ya ves el sorpresón  que nos acaba de dar Benedicto XVI. Mientras a tí se te iban mitigando los reflujos de la quimio, a él le declinaban las fuerzas para seguir siendo papa, y ha tomado la misma decisión que el papa de la película de Moretti, que con tanta gracia interpretaba Michel Picccoli.  Sic transit gloria mundi. Sic transit dolor corporis.

Sic transit casi todo.

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Del miércoles a esta parte te has encontrado tan desanimado y tan molesto que, aparte de forzar la alimentación natural, ingerir vegetales cual hipopótamo, consolarte con digestivos diversos y volver a la ifancia con un supositorio Rovi como último recurso has confiado tu suerte a una amiga medio vidente que sostiene que en la pintura y en la estatuaria está la solución.

-Salimos de paseo y, de entrada, te agilizará el tránsito intestinal –te convence- Pero luego visitamos imágenes de muertos ilustres que ya han quedado en la historia con el gesto que les dio el artista y, si te concentras, consigues transmigrarles tu malestar digestivo.

No parecías darle demasiado crédito a sus palabras.

-Lo he leído en Internet –cita por dar solvencia a tus fuentes- Es cuestión de energía mental. Además, por probarlo no perdemos nada. Hacemos cultura y a los ilustres les da lo mismo…¿No expresan la mayoría un cierto desasosiego por su misión histórica? Bueno, pues que ahora lo sufran con fundamento.

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Empezasteis el ritual ante el Angel Caído  del Retiro, pensando que si ya era un maldito de Dios tanto le daban las ardentías de estómago, los eructos y el estreñimiento. Hiciste lo que pudiste por transmitírselos. Luego entrasteis en el Museo del Prado y aparte de orearos el espíritu con la exposición de Martín Ricoqué paisajista tan exquisito, dan ganas de perderse por cualquiera de sus lienzos- os detuvisteis ante los retratos de Fernando VII que pintó Goya. El rey felón era tan feo y fue tan nefasto que imaginas que tu pesadez de estómago hasta le mejoraría el semblante. Te apiadaste más del general Ricardos, un soberbio retrato del pintor de Fuendetodos que honradamente confiesas que ignorabas. El general, recordado hoy por una calle poco elegante con muchas tiendas de electrodomésticos y bazares chinos, no obedece a la estampa clásica del milico feroz con cara de rapaz, sino que con su rostro rugoso y las largas guedejas de su cabello blanco más parece un primo del filósofo Schopenhauer.

Tiene cara de haber sufrido tanto –sugeriste- que su espíritu hará de esponja, y absorberá mi achaques, ya verás.

Se espera que la digna imagen del eximio general haga su trabajo.

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Pasasteis en coche por  la Castellana ante el busto de Largo Caballero, que tiene cara  de piedra pómez, de las que ni sufre ni goza, porque apenas dice nada. Por lo que sabes de él,  no crees que su alma esté dispuesta a asumir tu mal cuerpo. Lo mismo pasa con las estatuas ecuestres del general Concha, la de Carlos  III en la Puerta del Sol y las de los reyes Felipes de la Plaza Mayor y la de Oriente. Este tipo de efigies suelen quedarte muy altas y, por ende, su gesto altivo, tampoco parece que se incline a hacer nada por la náusea de un pobrecito representante del pueblo llano.

-Tal vez necesitemos más bien ilustres de a pie- apunta tu amiga, que cree en el milagro de la transmigración.

Se intenta una última cura ante esas dos filas de reyes de piedra que flanquean la Plaza de Oriente, en línea perpendicular al Palacio. De tan dañadas como están por la inclemencia del tiempo y por la incuria ciudadana  resulta inútil mirarles a la cara y solicitar compasión. Es como mirar a un vértice geodésico y esperar que tu caso le llegue al alma.

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-Ten fe –insistió tu amiga iluminada- Hagamos un último intento.

Entonces te llevó no lejos de allí, a la Plaza de las Vistillas, y te plantó ante una estatua, pequeñita ella, que `probablemente es la más curiosa de Madrid.

-Ea, aquí la tienes –dijo señalando a La Violetera Más popular y entrañable, imposible. Hazte con ella y ella se hará cargo de todas tus molestias, que para eso eres del pueblo- te dijo antes de darte un beso y despedirse.

Durante unos minutos te recogiste en actitud fervorosa y ensayaste el más profundo acto de fe que has intentado en tu vida. Señor-suspiraste-, que sea verdad que mis males pueden transmigrar a lo que representa esta estatua. Si no le transmites el tumor, que al menos  me pueda librar de la insoportable sensación de náusea que me aflige.

Como oración te quedó bastante bien. Lástima que luego levantaras la cabeza y se te ocurriera mirar a la cara de la Violetera, seguramente la estatua más horrorosa que munícipe alguno ha podido ofrecer a la Villa y Corte.

-Bueno, Señor –admitiste con resignación pensndo que el milagro a lo mejor incluía reciprocidad de transferencias- Casi, casi…que  me quede como estoy.

 

El Duende sí tiene quien le escriba

En este cenobio lleba cincuenta y dos años Fray Mª Vicente Ferrer de Alayrach, un monje que escuchaba la radio...

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De mi consideración y respeto D. Luis y a la vez muy querido amigo, admirado como persona y artista y lo que es más, mucho más, carísimo hermano en Nuestro Señor Jesucristo.

Ya es noticia que uno le escriban. No que reciba envíos de bancos, compañías telefónicas, eléctricas, gasísticas, supermercados, pizzerías, restaurantes chinos y tarjetas de cerrajero, sino una carta escrita  probablemente en una Hispano Olivetti de los años cuarenta. Con una cruz en el encabezamiento, y el membrete de la Abadía Cisterciense de San Isidro de Dueñas (Palencia). Tres caras de folio a un espacio: esa es la segunda sorpresa. En esta época en que ya nadie manda cartas, el Duende sí tiene quien le escriba.

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Cuando nació el Duende –ya piensa que lo de la radio le sobra al pseudónimo- pensaba que todas sus ocurrencias hertzianas lanzadas al espacio durante casi un cuarto de siglo eran juguetes a los que dio cuerda y escaparon de su voz sin saber a dónde llegarían.

Nadie emite un mensaje universal que sea interpretado de igual forma por quienes lo reciben. La misma boutade que a este le puede hacer reir, a aquél puede que le haga llorar. Unos la considerarán inteligente, otros zafia e inoportuna. Para determinadas personas, puede ser humor. A otras quizás les parezca más dañino que un tumor. El bloguero cree que en algunos momentos habrá resultado, como poco, irreverente. Pero, sorprendentemente, para Fray Mª Vicente Ferrer de Alayrach, que ingresó hace cincuenta y dos años en la Trapa, ni las impostaciones de Juan Pablo II y de Benedicto XVI son pecados de lesa religión. Más aún, hasta la burda caricatura de la clase de tropa eclesial le merece consideración. Su papel de P.Bonete me encantaba –escribe el monje- y me reía mucho, son dos grandísimos artistas los Sres. Javier Capitány Ud.

Al artista jubilado sólo se le ocurre apostillar: Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios (Mateo, V, 3-10)

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Un día, Julián García Candau, un veterano columnista deportivo de los no muchos que saben escribir con gusto, le dijo al Duende que había un paisano suyo que le seguía en la radio, y que suspiraba por unas fotografías suyas dedicadas. No era un paisano cualquiera: era un monje.

Mi ilusión desde muy niño era casarme –dice en su carta el cenobita- tener una digna esposa y unos hijos, poseer una familia , un hogar, no en vano tuve una novia desde los 21, y luego reñí y tuve otra, desde los 21 a los 24, edad en la que me metí en la Trapa con una fuerte vocación, pues cuánto me costó dejar la novia y cuánto me lloró día tras día para que no me fuese, es lo que más me costó dejar…

El Duende le escribió, le mandó las fotos, y pidió su oración para que Dios le perdonara  las travesuras radiofónicas que pudieran  ofenderle. Fray Mª Vicente no sólo rezó por esas intenciones, sino que aquella Navidad envíó a la casa del Duende unos bricks de leche de las vacas abaciales y una caja de bombones de la Trapa.

Nunca imaginó aquel bromista radiofónico que su semilla pudiera caer en tierra tan fértil.

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Fray Mª Vicente es un fraile muy terrenal. Confiesa que aparte de las novias el fútbol es la única afición que yo he tenido en mi vida. Aunque luego matiza: también el circo, (por sus payasos).

 Pero todo lo dejó por el amor a Cristo, pues créame que sin Cristo en mi vida ya no sabría vivir, El lo es todo para mí, aunque me gustaba antes muchísimo oir la radio o transistor que me regalaron del cual gozaba mucho oyendo a Ud. y a D. Javier Capitán “El gran carnaval”, donde me moría de risa en mi celda y luego también me gustaba mucho oirles a los dos a las 8 de la mañana antes de empezar el parte, lo maravillosamente bien que imitaban a todos los personajes, recuerdo que Ud. imitaba al Caudillo Franco, que vamos, era el Caudillo mismo.

Muy terrenal, como les decía. En aquel cruce de cartas de la década pasada, aunque es natural del mismo pueblo castellonense de García Candáu, se declaraba hincha del Athletic de Bilbao. El bloguero le recordaba entonces su triste suerte de simpatizante del Atlético de Madrid, a lo que el buen monje le recordó que todos somos hijos de Dios y herederos de su gloria.  O sea que hasta los del Aleti, que tanto pecan de ira y de escepticismo en este valle de lágrimas, podrán sentarse a la diestra del Jefe.

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Cincuenta y dos años levantándose a las cuatro de la madrugada, rezando, trabajando en la huerta, haciendo chocolate, encuadernando, cantando laudes, vísperas, salves, angelus… Aislado del mundo, pero escuchando la radio. Ni una palabra en su carta de palabras como crisis, Europa, prima de riesgo, paro, depresión, pesimismo. Les deseo con todo mi corazón y con todo mi cariño tanto a Ud. como a toda su querida familia unas felices, alegres y santas Pascuas de Navidad y que el Niño Dios nos conceda un venturoso y fecundo Año Nuevo 2012 y nos mande sus dones y gracias santificadoras para que redunde en nuestra santidad.

La carta es un dechado de caótica ternura. Como de otro tiempo, como de otro mundo. Y confiesa Fray Vicente que espera contestación, porque de verdad, D. Luis, que me han encantado sus cartas, sobre todo la más larga, no me canso de leerla, porque yo también aprecio y valoro en usted…Ojos que no ven, corazón que exagera.

Pero bienvenido Fray Mª Vicente Ferrer de Alayrach, para recordarle al Duende que hay vida más allá de la crisis y Navidad más acá de El Corte Inglés, quizás donde nos recuerden que no sólo de pan debería vivir el hombre. Y más aún en estos tiempos en que cuesta tanto ganarlo.

 

Zapatero se moja

Según se desprende de sus palabras, tampoco este Cristiano le convence mucho a Zapatero...

Según se desprende de sus palabras, tampoco este Cristiano le convence mucho a Zapatero...

Parece mentira, pero todavía al día de hoy se registran silencios sobre cuestiones de palpitante actualidad mundial que el ciudadano responsable no acaba de entender.

Verán. Se explica que Obama esté metido de lleno en sanear la crisis de Estados Unidos o en endosar a Europa sus presos de Guantánamo. Bastantes marrones son para el inquilino de la Casa Blanca, caramba.

También se comprende que Ahmadineyad nos quiera convencer de la impecable lección de democracia que acaban ofrecerlos las urnas en Irán. Está en su papel.

Como bien subrayaba el inolvidable Manolo Summers, tó er mundo es güeno. De manera que los bien pensantes incluso encajarán de buen grado las excusas de Berlusconi sobre los guateques con sus lolitas en su villa de Cerdeña, o las de Gordon Brown por las chorizadillas de algunos miembros de su partido. Son lunares en la trayectoria de dos grande estadistas que necesitaban esas disculpas.

La opinión pública también acabará aceptando las de  Benedicto XVI, que ha pedido perdón por ciertos excesos inconfesables del clero en Irlanda. Como recordaba san Ignacio, errare humanum est, y hasta el más justo de los justos puede meter la pata o meter la mano donde no debe.

Esta  misma visión optimista del género humano acabará interpretando la fiebre nacionalizadora de Hugo Chávez o de Evo Morales como un ligero desvarío de sus políticas reivindicativas.  Que, aunque ellos dicen que son muy buenas para el pueblo a veces, por cierto, se pasan varios pueblos.

Todo el mundo no es sólo bueno, sino enormemente comprensivo con los grandes líderes mundiales. Pero lo cortés no quita lo valiente. Una cosa es que estén en sus problemas y defiendan sus intereses, y otra que hayan pasado olímpicamente sobre la gran cuestión que divide al pensamiento moderno. ¿Cómo es posible que hasta ahora Obama, Ahmadineyad, Berlusconi, Gordon Brown, Benedicto XVI, Hugo Chávez, Evo Morales y otros protagonistas de la actualidad no se hayan pronunciado sobre la procedencia o improcedencia del fichaje de Cristiano Ronaldo por el Real Madrid? Vamos, que es que no tienen perdón de Dios.

Porque velay las cosas, el que es líder carismático y planetario, el que de verdad sabe estar en su sitio, arreglar el mundo y prevenir y decir siempre lo que es oportuno, ya se ha mojado. Su conciencia ciudadana es superior a su pragmatismo político, y aún a riesgo de perder el voto de la churrera de mi barrio, que es merengona hasta las cachas, Zapatero ha declarado que la cuantía del fichaje de Cristiano Ronaldo no le parece bien. Podía haber dicho qué es una raya más para un tigre, a él que cien millones más o menos de gasto público ni le alteran la sonrisa. Pero aunque la pasta no la vayamos a pagar todos los contribuyentes, sino el Real Madrid, él no lo dice por el huevo, sino por el fuero. Y sugiere que la operación de Florentino Pérez es un desafuero que, además, cuesta un huevo. No como sus decisiones, todas justas y procedentes y que sólo arruinan al erario público.

Sobre el resultado de las últimas elecciones europeas, silencio. Sobre el aborto, pasando de puntillas. Sobre  el cierre de Garoña y el cinismo de nuestra política energética, nada de  nada. Sobre las últimas subidas de impuestos, larga cambiada. Sobre las nuevas alarmas del Banco de España, como si no fuera con nuestra economía. Aquí lo que importa es lo que se derrocha en el fútbol. Eso es sentido de la responsabilidad.

Y no como el del camarero que esta mañana me sirvió un café. No se lo van a creer: le pregunté cuánto era y  me cobró sin hacerme ni un solo comentario sobre el famoso fichaje. No se a dónde vamos a llegar con tanto pasotismo, ya les digo.

La infalibilidad del Papa y la de Zapatero

papa02Admite Homper en su natural escepticismo que una de las cosas que le dejan más perplejo es  la infalibilidad del Papa. Sus compañeros de la tertulia ateneísta se toman a chacota tema, y lo entiende, porque son una partida de ateazos convictos. Pero él, que tiene sus respetables dudas, no lleva bien que Roma quiera  sacar el látigo y echar del templo de la fe oficial a los que no aceptan todo lo que manda el santo padre.

-Soy un funambulista de la fe- dijo la última vez que se confesó, treinta años atrás- Creo que avanzo por un cable en el que se me bambolean la razón y las creencias, pero por debajo de mis pies sólo veo el abismo de la nada.

La verdad es que Homper nunca erradicó del todo la fe que le enseñaron. Lo cual no quita para que, como muchos otros posibilistas, reflexione, cribe y luego seleccione. No le gusta por tanto que ahora le anatematicen por revisar su antigua fe del carbonero. Para consolarle, laa tía Clota, mucho más pragmática, no deja de recordarle que aunque Cristo fuera divino, la Iglesia de Roma es una organización humana

-Ya me impresionó ver por la tele a Benedicto XVI aquella vez que compareció vestido de Caperucita-le comentaba en su conversación de ayer- Y pensaba que cómo no se iba equivocar, si al fin y al cabo Ratzinger es alemán, y los alemanes han dejado de ser infalibles hasta en el fútbol….Así que ahora he asimilado el dogma de la falibilidad del Papa. Puede que sea infalible cuando habla ex cátedra -añadió- Pero hijo, la última vez hablaba ex Africa, donde creo que puede condenar el aborto , pero no el el preservativo…¿No crees que la Iglesia necesita una perestroika?

Argumentó Homper que para rectificar y cambiar, hay que saber mirarse en el espejo y ver los propios defectos, algo a lo que tan reacios somos los humanos.

-Fíjate en Zapatero y su gobierno, tía. Hasta el más lerdo sabe que han metido la pata anunciando tan mal la retirada de las tropas españolas de Kosovo. Pero ellos, erre que erre, insisten en que han obrado correctamente. ¿Ves? Nos metemos con la infalibilidad del Papa y ahora hemos de tragar con la de Zapatero.

-Es que ese no falla, hijo -corrigió la tía Clota- Sólo ha sido consecuente consigo mismo. Alguien le definió como el hombre que tiene un problema para cada solución. Y esta vez que, gracias a Obama, parecía salvada su torpeza diplomática, la ha vuelto a ca…, quiero decir, a estropear.

Se frenó a tiempo, porque sigue siendo educada. Pero Homper esta vez no se quedó perplejo por la reacción de su anciana tía Clota. Ella también estaba de acuerdo en que el infalible Zapatero la ha vuelto, con perdón, a cagar.

Paco Ibáñez canta a Zapatero

No era Homper un cristiano ejemplar ni un creyente a machamartillo. Pero estaba tan emocionado por el clamor de que Zapatero sea invitado a la Cumbre de Washington que aquella noche, antes de apagar la luz, se hincó de rodillas a los pies de su cama y mirando a la imagen del Niño Jesús de Praga que velaba sus sueños rezó como en su lejana infancia.

Jesusito de mi vida/ tú eres niño como y/ por eso te quiero tanto/ te ofrezco mi corazón/…¡Y te pido que a Zapatero/ le inviten a Washington!

Apagó la luz, se metió entre las sábanas y en los pocos minutos de vigilia antes de dormirse se preguntó perplejo cómo era posible que el presidente más de izquierdas que jamás conoció España suspirase por ser uno de los fundadores del nuevo capitalismo. Ni los Clicks de FAMOBIL, ni el disfraz de Batman, ni el Escalextric ni el último videojuego. Joseluisín quería ser parte del Cheminova del G 20, y demostrar que, así como era capaz de resucitar a los muertos, también lo sería de redimir al odioso becerro de oro herido por sus propios errores y torpezas.

Patriotismo obliga. Homper no sabía que, aunque el presidente cuestione el capitalismo, era consciente de que éste era el motor que movía el mundo. Lo sabía desde que, se le apareció Barbancio de Trebujena, apologeta del laicismo y de la revolución del proletariado, pero autor del opúsculo Cómo ser de izquierdas sin dejar de vivir como Dios, o la cuadratura del círculo. Barbancio no se anduvo por las ramas, y estuvo elocuente.

-Déjate de leches, José Luis. Con las cosas de comer no se juega. Así que trágate tu antiamericanismo y hazte un hueco en Washington para iluminar al memo de Bush, que no tiene ni puñetera idea de economía. Hazlo por España, por el progreso, sí, por la salvación del mundo.

Homper cayó rendido por el sueño. Y soñó, ¡oh sorpresa!, que en el Estado Vaticano, entre el fru frú de la vestiduras cardenalicias y las estancias perfumadas de santidad, cundía el nerviosismo. Se había convocado reunión de P-20, organización que agrupaba a los mandatarios paganos más importantes del mundo. Y Benedicto XVI, en un ataque de cuernos por no haber sido invitado, había ordenado que se pusiera en marcha la maquinaria diplomática para enmendar la afrenta.

Hasta la flemática Guardia Suiza, y los mismos ángeles de los cuadros de los Museos Vaticanos y del techo de la Capilla Sixtina se alborotaban por complacer al jefe. En lo más profundo del sueño, Homper escuchó una música que ambientaba aquella visión cuasicelestial. No era un Gloria de Vivaldi ni el Exsultate jubilate de Mozart, como cabía esperarse de la ocasión. Sino la voz de engrudo de Paco Ibáñez cantando algo revelador que despejó definitivamente la perplejidad de Homper.

Érase una vez un lobito bueno/ al que maltrataban todos los corderos/Había también un príncipe malo/ una bruja hermosa y un pirata honrado/ Todas estas cosas había una vez/ cuando yo soñaba un mundo al revés…


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