Posts Tagged 'Jauja'

Un fin de año distinto

1
Parece ser que sonaron las doce campanadas que, como cualquier otra noche, da el reloj de la Puerta del Sol. Y Homper se quedó estupefacto con el espectáculo que siguió. No vio a José Mota, ni a Anne Igartiburu, personajes ambos a los que admira por distintos motivos. Sino a Katherine Hepburn, Cary Grant, James Stewart y a George Cukor, brillantes todos ellos en Historias de Filadelfia (1940).

Peligroso que una comedia con setenta y un años a sus espaldas le tentara al Hombre Perplejo más que la recepción del futuro que nos queda más a mano, que es este temido 2012. Pero es explicable: por una parte el nuevo año asoma la oreja con más miserias, recortes y subidas de impuestos. Consolémonos con el buen humor, la gracia y la finura que rebosa esta película. Por otra, acababa de leer un artículo de Javier Marías que él titula como Superculpables, donde critica al que él llama intelectual cronológico, es decir, al que, “con sentido acrítico abraza siempre lo último, boquiabierto y babeante, al que aplaude invariablemente lo que hay y se lleva, tan sólo porque es nuevo y existe”. A juicio de Marías tan estúpido es considerar que cualquiera tiempo pasado fue mejor como esperar que lo vaya a ser el futuro sólo porque es nuevo. El futuro, añade Homper de su cosecha, sólo es, con seguridad, inevitable.

2
Así que Homper se ahorró las uvas. Hace ya años que dejó de tomarlas, y no ha notado que la vida le haya tratado peor por ello.

Es más: aunque, como se ha advertido ya en este blog, el Hombre Perplejo guarda afinidades con el pavo, le parecía estúpido engullir doce uvas como las engulliría este, que no pasa por ser precisamente uno de los animales más lúcidos. Item más: él las tomaría incluso con gusto si las uvas del tiempo fueran las moscatel, que son deliciosas, pero no las uvas tontas e insípidas que nos colocan en estas fechas los mismos productores que en el año 1909 tuvieron la feliz idea de inventar y difundir este ritual. Ya les vale con lo que han conseguido. En plena era del descreimiento y del relativismo y confiando todavía en que doce uvas nos cambien la suerte. Casi más fiable Doña Manolita.

3
En el último paseo del año 2011 por un Madrid semidesierto y con la mayoría de las tiendas cerradas Homper compró juguetes, un roscón en Carrefour – la de Reyes en cambio si es tradición de su gusto- y dos libros para regalo. Los libros eran Los enamoramientos, del propio y celeberado Javier Marías, y Lo que me queda por vivir, de Elvira Lindo, una escritora que le cae extraordinariamente bien. La primera ha sido especialmente una novela muy jaleada por la crítica, pero cuando Homper pensó por qué había comprado precisamente estos dos libros y no otros dentro del variadísimo repertorio de novedades editoriales que invaden las librerías, tuvo que admitir que había algo de determinismo en sus títulos. Se venderá e interesará mucho más Inside Job, claro, pero Homper también es de los superculpables que miran con recelo el obligado progresismo oficial. A veces cae en la debilidad de creer que vale más la literatura.

4
Qué contradicción, dudar del poder mágico de las uvas de la suerte y caer en el embrujo de los títulos de los libros aún sin haberlos leído. Interesarse por los enamoramientos cuando uno especula ya con lo que le queda por vivir. ¿Curiosidad o morbo?

5
El último encuentro del año lo mantuvo Homper con su sobrina Margarita, que había ido a la Casa del Libro en busca de un modelo de agenda Moleskine del que lamentablemente no quedaban existencias. Margarita era hace nada una niña adorable de espléndidos ojos azules y de arrebatadora sonrisa. Una de esas niñas que queda inmortalizada en una caja de galletas para convencer al personal de que quien las come tiene asegurada la felicidad. Ahora Margarita es una mujer hecha y derecha, y su hija Paula, no menos encantadora, ya va a guateques. Tempus fugit. Homper advirtió entonces que se había pasado casi una vida y no había regalado casi nada a Margarita, a pesar de que los humanos queremos a los tíos muchas veces por los regalos que nos han ido haciendo de niños.

-Déjame que te regale un libro –le dijo- Que no se si con lo que me queda por vivir vas a encontrar otra ocasión mejor para aprovechar a tu tío.

No hubo manera, ella es tan considerada que se negaba a aceptar un regalo Entonces Homper cayó en la cuenta de que llevaba en sus manos un roscón de Reyes de tamaño mediano que claramente le quedaba grande. Sobre el roscón de Reyes, como sobre los turrones, hay en Madrid mucho mito. Parece que sólo son buenos los de dos o tres obradores y reposterías tradicionales. Pero Homper se tiene por experto en la cata de roscones, y da fe de que en Carrefour le dieron a probar uno que no era nada malo, sino todo lo contrario, y por eso lo compró.

-Pues te quedas con este roscón –le dijo poniéndoselo en las manos a su querida sobrina Margarita.

6
Así que Margarita, Javier Marías, Elvira Lindo, Katherine Hepbun, Cary Grant, James Stewart , George Cukor y el roscón de Carrefour fueron las últimas cuentas que Homper engastó en el collar del año que se iba. Los fines de año sirven, sobre todo, para eso: `para fijar en la memoria personas y situaciones que ilustran lo imprevisible de la vida de forma tan aleatoria como una combinación de la Primitiva.

Como imprevisible fue también lo que Homper vio, más perplejo que nunca, desde su palomar cuando en su reloj sin campanadas pasaban ya de las doce. Pues sobre la línea del cielo de la capital empezaron a dibujarse desde todos los barrios multitud de castillos de fuegos artificiales, cohetes aislados, tracas, petardos y otros efectos pirotécnicos que se mantuvieron por más de una hora. Como si la pólvora fuera gratis, y viviéramos en el reino de Jauja, y tuviéramos por seguro que 2012 iba a vaciar sobre nuestras cabezas el cuerno de la abundancia. Ni crisis, ni recortes, ni paro, ni puentes hundidos, ni subidas de impuestos, ni estrecheces, ni pesimismo. Madrid sonaba como supone Homper que debió de sonar cuando las tropas de Franco la asediaban en 1936. No recordaba haber escuchado nunca tantas explosiones. Esta vez, al parecer, eran de júbilo.

Él también gozó del suyo. Lo sentía bajo el edredón, mientras empezaba a ser ganado por el sueño para despertar esta mañana y comprobar que, después de tanta fanfarria, la vida no ha cambiado demasiado. Feliz Año 2012 tenga el lector , si es capaz de atar esa mosca por el rabo.

Espejos rotos

Definitivamente, no eran de fiar esos espejos maravillosos que vendieron al pueblo ingenuo...

1

Aquella mañana a Homper le dejó perplejo la imagen que le reflejaba el espejo. Donde antes veía a un hombre mayor pero alto y bien parecido, tipo Clint Eastwood o Harrison Ford, ahora se veía él. Un ciudadano corriente que no guardaba más parecido con las maduras estrellas de Hollywood que el color de su cabellera. Qué decepción.

Llamó a la vecina de arriba, Barbarita.

-Hola buenos días, vecina.

-Por decir algo.

-¿Cómo te ves?

-Fatal. Me estaba mirando al espejo cuando por detrás apareció  un motorista y me entregó la carta de cese.

-No me digas.

-Ya te digo. Y no sólo eso, sino que a continuación me requisó el coche oficial para subastarlo

Barbarita había sido hasta ese momento Consejera de Buen Rollito, un departamento fundamental para vertebrar las políticas sociales de la Comunidad Autónoma. Hasta ese momento había llenado muchos reportajes en revistas y colorines  dominicales con sus audaces propuestas para hacer más moderno y progresista nuestro estado de bienestar. Pero ahora la carta de cese citaba argumentos como la crisis, el déficit y la ejemplaridad para amortizar su puesto y darle la patada.

-Indignante –rezongó entre sollozos- Tan mal me ha sentado que he lanzado contra el espejo el tarro de caviar que abrimos anoche.

2

Los espejos parecían haberse vuelto locos, y se rebelaban contra los que en ellos se miraban. En lugar de reflejar la Arcadia feliz, el país de Jauja y el cuerno de la abundancia se empeñaron en devolver la imagen de una cruda realidad que nos remitía a los años de posguerra.

Alarmado por lo que le había contado Barbarita, Homper siguió llamando a sus vecinos, y se fue enterando de otros casos anómalos de espejos insurrectos. Benito Córcoles, que había conseguido una beca oficial  para desarrollar en Nueva Zelanda su tesis doctoral sobre Una muestra de la evolución de las especies de baile en el marco de la globalización: afinidades rítmicas entre la jota aragonesa y la danza de los maoríes vio esa mañana en el espejo algo bien distinto.

-Es la ostia, Homper- dijo. No le bastaba con el acabose, o el colmo, tenía que ser la ostia, que es la palabra/comodín de moda para los que hablan mal- Yo que soñaba en vivir como un príncipe y pasarme un año de puta madre en las antípodas me he visto a mí mismo labrando un campo de cebollas en los alrededores de Parla. Y no creas, con azada. Ni siquiera un tractor ni un motocultor…¿A dónde vamos a llegar?

Finalmente Homper se enteró de que al pequeño Iván, un niño que esperaba pedir a los Reyes un videojuego, una bicicleta y una pulserita para Disneylandia, el espejo también le dio una desagradable sorpresa. Salió el chaval de la ducha, y al limpiar con la toalla el vapor de agua que lo empañaba, distinguió entre las brumas a un tipo barbado con aspecto de Melchor de pacotilla de esos que improvisan en los comercios de medio pelo cuando llega la Navidad. El fantasma traía en sus manos un caballo de cartón.

-Lo siento, Ivancito –le dijo mientras se lo daba al niño- No es lo que esperabas, pero de verdad que no hay para más.

3

Todo parecía reflejar una desagradable realidad. Pero aún fue peor lo que pasó a continuación. De repente, el espejo de Homper, el de Barbarita, el de Benito Córcoles, el de Ivancito y todos los demás espejos en los que se miraba la gente estallaron en mil pedazos mientras atronaba desde la bóveda celeste una voz burlona con ecos apocalípticos.

– Todos como Ivancín…¡Sois como niños!–dijo la voz tonante antes de prorrumpir en una siniestra carcajada.

Y en lugar  de aquella utopía engañosa que habían venido reflejando hasta entonces, por la ventana de los espejos rotos asomaron los espectros de todos los irresponsables, políticos, banqueros, especuladores, mercachifles y demás tramposos que habían suministrado al pueblo ese otro opio llamado por algunos estado de bienestar.

No todo va mal

Bienaventurados los que cumplen, porque ellos nos hacen la vida posible...

1

Se levantó, abrió el grifo del  lavabo para lavarse los dientes y, en lugar de agua, el grifo vomitó una nota seguida de un chorro de facturas.

-Lo sentimos- decía la nota- pero,  hasta que no pague la Comunidad Autónoma todas las facturas cuya fotocopia adjuntamos, hemos decidido interrumpir el suministro. Esperamos que lo comprenda. La Compañía de Aguas.

Homper se quedó perplejo. No era nada extraordinario en su biografía lo de quedarse estupefacto, cierto. Pero el mundo daba  últimamente muchos motivos extravagantes como para pensar que el terrorismo y la energía nuclear eran las únicas amenazas a la  convivencia.

-Volcanes que se enfadan y hacen de los destinos de los viajeros lo que les da la gana –repasó mentalmente nuestro amigo- Funcionarios alemanes cuadriculados o simplemente incompetentes. Pepinos inocentes que causan la ruina a los agricultores. Banqueros delincuentes o, como poco,  presuntos violadores. Y políticos idealistas que confundieron nuestro país con el reino de Jauja. Jo, qué retos nos plantea la vida…

2

La radio lanzaba una catarata de señales alarmantes. Ayuntamientos y comunidades autónomas en quiebra, proveedores que cerraban por  no poder cobrar sus deudas con las administraciones,  empresarios en bancarrota, parados desesperados, indignados que pronto serán insumisos. Y el personal de la calle tan pasmao, probablemente, como el propio Homper.

-¿Y qué pasará si de pronto nos negamos a pagar nuestros impuestos?-imaginó- ¿Se atreverán a meternos en la cárcel? ¿Habrá prisiones para todos?

La nostalgia es un error. Pero el sobresalto y la improvisación como normas de vida, un horror. Quedaba antiguo, pero Homper no pudo evitar acordarse de su abuela, que mantenía que por nada del mundo había que gastar más de lo que uno sabe que puede pagar. Qué delicia, qué sosiego contar con un mundo que mide sus posibilidades y vive conforme  a ellas.

-El desarrollo nos volvió locos-concluyó- Y ahora todos acabaremos pagando los platos rotos del despilfarro…

3

Homper comprendió que la Compañía de Aguas tenía razón, pero debía cuidar su higiene personal. Y a falta de un grifo eficiente, se lavó la cara con el agua de una botella de Solán de Cabras, reservando un culín para hacerse el café. Aún tuvo humor para tostarse luego una rebanada de pan y untarla con aceite. Sorprendentemente, este cayó de la aceitera con la agilidad y ligereza que para sí quisieran los impagados de tanta administración tramposa. El salero en cambio amagó un brote de rebeldía, y en un principio se negó derramar la sal por los agujeritos correspondientes.

Pero fue una falsa alarma. Por tres veces golpeó la base del salero contra la mesa, y este respondió como Dios manda.  Homper suspiró. Afortunadamente aún hay cosas que funcionan.

Querida Constitución

Con el permiso de Mafalda y de Quino...Y gracias por su préstamoCuenta doña María que Orencio Porrero, un anciano ferroviario muy rojeras que vivía en el Bloque los Arándanos –quizás ya ha muerto- tuvo dos hijas con una libertaria antes de que ésta le abandonase para combatir con Durruti. Otra España. Quiso ponerles el nombre de República y Constitución. Como en el franquismo no lo tenía fácil, les antepuso María. La mayor sería María República y la segunda María Constitución, y así empezaron a llamarles a la muerte del dictador. “A la mayor en el bloque le acabaron llamando Mari Re, que es raro, pero suena bien. Sinencambio a la otra le tocó Mari Cons, que según se dice de corrido no queda tan bonito. La Mari re se hizo bailaora, se casó con un guitarrista de flamenco y acabó abriendo un tablao en la parte del Japón. La Mari Cons, sinencambio, se metió a monja, y ahora ya no le sirve de ná to aquel cambalache de los nombres, porque se llama Sor Clemencia del Sagrado Corazón de Jesús. Tanta infancia ilbertaria y tanto miedo pa luego acabar en eso”.

Debe de ser el sino de la Constitución. Los que hicieron de ella un instrumento para apurar a fondo un fuero especial de por sí discutible, ahora la desprecian, y ni la felicitan el día de su cumpleaños. Qué caraduras. La Constitución les dio la mano y se quieren tomar hasta mucho más allá del codo. Los que la añoraban porque sólo conocían una dictadura, se han aburrido de ella. Y los que dicen sentirse a gusto con la carta magna y la cumplen, se mosquean porque ya muy pocos la respetan. Los mismos que hicieron la ley –y aveces entre ellos el propio gobierno- se amparan ahora en la trampa para decir Diego donde antes decían digo.

Como a la hija del vecino de doña María, habría que cambiarle el nombre. Quizás Sorpormuchosaños. De repente la gente se olvida de lo hubo y del logro que fue salir de aquello en paz y quiere vivir en el país de Jauja, a ser posible a cargo de los demás. Contra el abuso de los nacionalismos históricos, Constitución. Contra la insolidaridad, Constitución. Contra la irresponsabilidad, Constitución. Lo de regresar al franquismo y recordar cómo mirábamos y admirábamos a los pueblos democráticos que la tenían entonces es afortunadamente imposible.

Aunque doña María o las hijas del señor Orencio dicen que algunos se lo  merecerían…

Los trajes de Camps, del máximo interés

¿Cómo podemos conciliar el sueño si no sabemos dónde están las facturas de los trajes de Camps?...

¿Cómo podemos conciliar el sueño si no sabemos dónde están las facturas de los trajes de Camps?...

-¿Es que ya no saben priorizar el interés de la noticia?-se preguntaba aquel empresario de los medios de comunicación- ¿Dónde están los profesores de periodismo? ¿Y la agudeza del director?

Presumía tanto de ojo crítico como de elegancia indumentaria. El titular del periódico EL PAÍS que provocaba su reflexión decía así: El PP asume que Camps no tiene facturas y se las exige a la tienda. Debajo, el cuerpo de texto hablaba de sastres, trajes regalados, presuntos sobornos, presuntas mentiras, facturas que no aparecen, un presidente en apuros, sospechas de financiaciones irregulares y contradicciones de un partido cuyo líder no encuentra su rumbo.

Es cierto que  pasaban otras cosas. Paul Krugman recordaba que España no es la ni la Arcadia feliz ni el país de Jauja. En El Salvador las urnas daban el poder a Mauricio Funes, y con él a la antigua guerrilla. Los obispos acudían a los linces para denunciar que sus crías gozarán de más protección que la que la reforma de la legislación sobre el aborto dará al feto humano. Zapatero y Chaves acordaban liquidar la deuda histórica, que para el resto de los españoles es, además, un arcano histórico. Y también se leía en un rinconcito del rotativo que el nuestro es el país de la UE que más empleo destruye. O sea, que noticias había. Aunque la más importante era que no se encontraban unas facturas para justificar 12.00 euros de trajes.

-Verdaderamente intolerable -se decía aquel dandy de los medios- Se habla de trajes  y ni siquiera se cuenta si las telas son franelas, ojos de perdiz, fil a fil, alpacas, espiguillas o rayas diplomáticas. Qué falta de rigor y de criterio. ¿Se le aclara a acaso al lector si los trajes son cruzados? ¿Si llevan chaleco? ¿Si los pantalones son de pinzas y con vuelta?.

Aquel paladín de la ortodoxia no paraba en sus críticas.

-¿Y si Camps se hubiera hecho trajes marrones? -se preguntaba alarmado- ¿Cómo se puede omitir ese detalle?…¡Señores míos, eso hay que decirlo!…

Ya no hay decencia, ni criterio, ni respeto por la noticia, ni deontología profesional. Se habla de sastres, de los presuntos sobornos a un presidente al que dicen que le regalan  trajes y ni siquiera se investiga el color de éstos.

-Y eso sí sería grave-concluyó- ¿Mira que si Camps ha claudicado al marrón, cuando todo el mundo sabe que un hombre elegante jamás puede llevar un terno de ese color?

Lo dicho. Qué falta de olfato periodístico, qué crisis de valores.

El marxismo de los huevos duros

Zapatero y Rajoy

Nos engañan nuestros dos principales líderes políticos que el nueve de marzo quieren ser presidentes. Nos engañan, que se lo dice el Duende.

El candidato del PSOE mantiene que el suyo es el partido del progreso, de la justicia y de la solidaridad. En él caben creyentes y no creyentes, judíos, moros -perdón por el palabro, apúntenselo a Américo Castro-y cristianos, empresarios, trabajadores, clases pasivas, jóvenes en paro, amantes de la micología o aficionados al macramé, pedagogos, comadronas, guardagujas, sexadores de pollos y poetas de toda laya. Vamos, todo el mundo. Ya no cita los principios ideológicos del partido, que desde Felipe González coinciden con lo que en Europa se conoce como la social democracia. Hace tiempo que el PSOE abjuró de ello, pero sin embargo Zapatero es marxista.

El candidato del PP asegura que será un presidente previsible, moderado, patriótico e integrador. Asegura que su principal objetivo será recomponer los desmanes cometidos por el que ha de ser su predecesor: los desmadres estatutarios, algunas leyes civiles que necesitan retoque, filtros a la inmigración ilegal, eliminación de la mamandurria selectiva que supone el canon digital, cambio en la política energética  e hidráulica, enésima reforma de la enésima reforma de la educación, inglés y tecnología desde la lactancia, más guarderías que bares,  letra para el himno de España, larga cambiada a la Alianza de Civilizaciones y, en lo referente a la economía, rigor presupuestario, control de la inflación, rebaja de impuestos, y estímulos a la productividad  para crear entre dos millones doscientos mil y N puestos de trabajo. Mariano Rajoy tampoco lo confiesa, pero bajo su piel de cordero  conservador o neoliberal hay otro marxista.

Ya se sabe que Karl Marx fue sepultado en el frío y oscuro mausoleo del olvido y la heterodoxia. Pero renace en todo su esplendor el abanderado del único marxismo que tiene hoy sentido. Vuelve para inspirar los programas políticos de iluminados y desesperados, de taumaturgos y de soñadores faraónicos. Con todos los honores, directamente desde el más allá, donde se aburría como una ostra, regresa para inspirar a  nuestros líderes el único, el inmarcesible, el incomparable Groucho Marx.

Una de sus grandes premisas ideológicas ya ha sido asumida por el actual presidente de gobierno. Estos son mis principios -dijo en una ocasión el insigne pensador del frac, el bigotón y el puro- Y si no le gustan, tengo otros.

La otra, formulada por su hermano Chico en la insuperable escena del camarote de Una noche en la ópera, está en las promesas electorales de ambos candidatos que se suceden día a día ofreciendo más y más. Estaban los hermanos Marx caninos cuando Groucho llama a un incauto camarero y le hace una comanda histórica. ¿Tiene zumos?…Pues tráigame de naranja, de piña, de lima, de pomelo, de manzana, de fresa…¿Bistecs?…Traiga uno semicrudo, otro poco hecho, otro  en su punto y otro quemado. ¿Huevos?…Traga unos fritos, otros revueltos, otros en tortilla, otros pochés…Y tras las retahílas de los zumos, de los bistecs o de los huevos,  remataba Gummo desde el interior del abarrotado camarote: ¡Y también dos huevos duros! ¡Y también dos huevos duros! ¡Y también dos huevos duros!…

Es lo que les falta a nuestros egregios vendedores de crecepelo convertidos en políticos en campaña para salir del armario y mostrarse como auténticos marxistas de nuevo cuño. Mañana uno de los dos prometerá Jauja, y el otro Eldorado. Y tanto desde la sede de Ferraz como desde la de Génova, resonará la coda burlesca del marxismo inextinguible: ¡Y también dos huevos duros!

El banco limpiabotas

Limpiabotas

(Foto de indira, con algunos derechos reservados)

Ha pasado el Duende el fin de semana en un sinvivir. De una parte, estaba de viaje, y no podía subir el post nuestro de cada día. De otra, aún no se había repuesto de la mala noticia económica de la semana. Su banco había anunciado que en los tres primeros trimestres de 2007 había ganado seis mil y pico millones de euros. Sólo un treinta y cinco por ciento más que en el mismo período. Angelitos, no me extraña que estén preocupados por la flojera del mercado hipotecario y hasta por la subida del pollo.

El Duende recuerda que, en su infancia, se infundían tres `principios básicos de buena educación social. Primero, no se sorbe la sopa ni se hace ruido al comer. Segundo, no se habla con la boca llena. Tercero, no se presume de dinero. Los banqueros debieron ser niños mal educados, porque se salan las tres normas con ostentación y recochineo. Primero, y aún a pesar de que dicen que nos eliminan las comisiones, se inflan a beneficios. Segundo: una vez que tienen el estómago lleno -no se explica çómo cada año les puede caber un treinta y cinco más- abren la boca y nos enseñan la comida. Tercero: se jactan de ello. Se que eso forma parte del lenguaje de la economía, que exige Epulones y Cresos para que el modesto ciudadano al que, con suerte, sólo le suben el sueldo lo que el IPC, sueñe en un país de Jauja donde, como señaló Solchaga, es fácil hacerse rico. Sobre todo si tienes un banco, debería haber añadido.

Está muy bien, hasta ese taumaturgo idealista que es Zapatero bendice los macrobeneficios empresariales, porque es el mejor síntoma de eso que llamamos prosperidad. Al Duende también le parece bien que todos los accionistas ganen dinero. Que lo gane todo el mundo. Pero le fastidia tanta ostención de poderío. Insisto, no es lo que nos enseñaron como buena educación.

Tal vez -seamos sinceros- sangre por la herida. Hace años, ese banco omnipotente le obsequiaba en Navidad con una diminuta agenda de bolsillo que él apreciaba mucho. Un año, desapareció de la agenda la cintita de seda que servía para señalar el día de la semana. Preguntó por qué se había prescindido de ese detalle tan útil, y se le dijo que había que recortar gastos. Son tan competentes en ese menester que no sólo no repusieron la cinta de seda, sino que acabaron incluso escatimando la agenda. Así, cualquiera gana seis mil millones de euros en tres trimestres.

Se que la voz del Duende clamará en el desierto, y que seguirán presumiendo de ser los más listos, los más eficaces, los más ricos y en definitiva, los reyes del mambo. Pero no les facilitaré la hazaña. De momento, voy a hacer una revelación que va a poner en jaque a la patronal de la banca. El Duende sabe de un banco que en el rincón más discreto de su lujosa sede tiene un limpiazapatos automático que le deja los botines lustrosos como diamantes. Pásmense: además no cobra. Qué escándalo, un banco limpiabotas gratuito.

No revelaré el nombre de la entidad por si proceden contra su director por violar las normas deontológicas del sector. Imagínense el problema: con ese despilfarro en atenciones al cliente…¿cómo se puede garantizar el ligero margen de beneficio con el que los pobres banqueros se ganan los garbanzos?


Siluetas de RNE

Duendes suscritos:

Suscripción

Suscripción por email

Publicaciones:

PARAÍSO DE HOJALATA
Una Infancia de Hojalata

Ir directamente a

Blog Stats

  • 1.380.033 hits