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A veces es verdad que los árboles no dejan ver el bosque. Desde la distancia transoceánica que marca su casita en Nueva Inglaterra la tía Clota, que cada vez espacia más sus conexiones con Homper, ve cosas en las que aquí apenas reparamos. No vamos a aburrir con los múltiples motivos de estupefacción que nos depara la actualidad. Ayer la anciana se ceñía simplemente a una muy menor que estos días recuerdan los medios
-¿Así que Querétaro es la palabra más bonita de nuestro idioma según el Instituto Cervantes?
Homper no supo qué decirle.
A Homper la noticia también le pareció una ocurrencia, una genialidad de un mago de las redes sociales para promocionar a una ciudad que en principio, no figura en el diccionario, sino en las enciclopedias. Aunque los topónimos también son palabras, el hablador tiende a pensar que en una encuesta así iba a salir cualquier otra más hermosa y biensonante que el esdrújulo nombre de una ciudad mejicana.
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Comentaba Homper las razones de tan extraña elección y se las explicaba a su tía.
-Sobre todo, el creciente poder de Internet, que va a acabar siendo el parlamento inmediato del pueblo. Ya ves tía, las redes sociales lo mismo te organizan un 15 M que acabará otorgando los premios Nobel, ya verás. Y luego, la pusilanimidad del personal para atreverse a nadar contra corriente. Se empieza a difundir una consigna y cuando quieres decir tu opinión te recuerdas aquello de que tanta gente pensando lo mismo no puede equivocarse…
-Ya –cortó la anciana- En m tiempo decíamos: ¿dónde va Vicente? Donde va la gente.
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La gente confunde en esta cuestión fondo y forma. Sorprende que en el primer botepronto de una entrevista rápida para la tele dos personas con tan buena cabeza como Mario Vargas Llosa y Vicente del Bosque dijeran obviedades como libertad y fútbol. Algo que sin duda significa mucho en su escala de valores, pero que, por obvio, no es de esperar en mentes tan privilegiadas. El escritor sobre todo debería apreciar que la belleza de una palabra no tiene por qué estar unida a su significado.
–Coño-pensó Homper-no es una palabra especialmente bonita. Pero clítoris, que le queda tan cerca, a mí si me lo parece. Como pan, como delirio, como donaire, como añoranza, como berbiquí, como alfeñique.
A Homper le gustan sobre todo las palabras juguetonas.
4
En Querétaro fue fusilado uno de los emperadores más breves de la historia, Maximiliano de Méjico, que pocos sabrán qué pintaba allí. Incluso él, cordero pascual de intereses supranacionales. Leyó Homper su triste historia en la novela Noticias del Imperio, del escritor Fernando del Paso, y reconoce que quizás ese drama pesa en su estupor por el momentáneo esplendor de esta palabra. Como pesa el considerar que en esa ciudad Butragueño metió cuatro goles con la Selección Nacional de Fútbol, en uno de los mejores partidos de la larga etapa en la que España nunca ganaba casi nada. Naturalmente, en los considerandos del fallo, se decía que Querétaro significaba “la isla de las salamandras azules”. Aunque en purépecha parece significar sólo “juego de pelota”. Al final querían darle la razón a Del Bosque, aunque para vestir el muñeco aireasen lo de las salamandras azules, como si los hispanoparlantes fuéramos ante todo poetas y naturalistas, y tuviéramos especial predilección por esta clase de reptiles y `por el color azul.
-Se ve que había que echarle cuento, tía.
-Quizás-admitió la anciana- O cara de algún despabilado para promocionar el lugar…¿Por qué sí Querétaro y no Alba de Tormes, con lo bonito que es ese nombre?…
Lo dicho, el poder del sexto poder, que es Internet. La moda. El irresistible mimetismo de lo políticamente adecuado. Las ganas de epatar al burgués. Cómo mola todo.
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