Esos amigos que se dejan caer por tu casa de verano…

(Foto de henribergius)

En el Congreso de Amigos de la Hospitalidad con los Amigos se debatieron ponencias de lo más variadas.

-Pues el amigo que se nos presentó en la casa de Marbella se ponía a tocar el clarinete en el porche. Mañana tras mañana machacándonos con El conejo de la Loles en versión John Coltrane. Tuvimos problemas con los vecinos, imagínate…¡Qué bochorno!

-Nosotros recibimos a unos íntimos amigos. La pena es que ella se negaba a tomar la ensaladilla rusa con mayonesa casera, y había que hacerle una especial con mayonesa de bote. Y él tenía la feísima costumbre de dejarse la dentadura postiza en un vaso de agua sobre el taquillón del pasillo. Vamos, quién lo iba a imaginar en una pareja tan estupenda…

-Nosotros hospedamos a un íntimo amigo de Alfredo que padece del mal de Stendhal. Mira que nos encanta quedarnos en el jardín y no hacer nada. Pues imposible: él no paraba, quería que le acompañásemos a todos los monumentos de la contornada. Aunque sólo fuera para comprobar que las piedras seguían ahí. Jesús, qué fatiga de verano.

-Queríamos dar la vuelta a Ibiza en el barco y resulta que nuestro invitado se mareaba. Así que, como es maratoniano, cubrió las etapas por tierra mientras nosotros teníamos que esperarle fondeados a que llegara. Un coñazo, para qué engañaros.

Todos los ponentes tenían amigos o parientes a los que gentilmente habían ofrecido su hospitalidad en verano. Con distintos matices. Los más prudentes, advirtieron de que llamaran antes para comprobar que había habitaciones libres. Otros, los más audaces, sin condiciones. Aquello tan espontáneo de cuando quieras, el tiempo que quieras y sin avisar, porque ahí tienes tu casa. Qué peligro. La inmensa mayoría de los congresistas reconocieron que nunca pensaron que los invitados cumplieran la amenaza de presentarse. Pero siempre hay alguien que le toma a uno la palabra.

En estos casos, el generoso anfitrión confía en que la sensibilidad del huésped coincida con la suya. Y que éste sepa ajustarse a los horarios, dar la conversación justa, colaborar incluso en la compra o en la cocina y, cuado llega la hora del reposo, retirarse a tiempo o tomar un libro y ponerse a leer bajo la sombra del tilo sin dar la lata a nadie. Desgraciadamente casi nunca es así. Y, entre los dos modelos extremos del visitante indeseable, no hay consenso sobre cuál es el peor: si aquel no se mueve de tu lado porque no sabe qué hacer, o aquel otro que no te deja parar porque cree que sus anfitriones son sus guías de viaje.

Sin haber asistido al Congreso, el Duende quisiera atender a las numerosas invitaciones que ha recibido para pasar unos días con sus amigos. Pero no sabe hasta qué punto lo son tanto para soportar sus flaquezas. Por eso verá pasar agosto con cautela, sin abusar del privilegio de ser el invitado que amaga y no aparece. En su memoria infantil, aún guarda el recuerdo de un cenicero de cerámica popular que algún invitado irónico había dejado en su casa paterna. Se veía a un paisano agitando el pañuelo a un tren que se alejaba con esta poética leyenda:

LOS VISITANTES DAN ALEGRÍA, Y CUANDO SE VAN, MÁS TODAVÍA

Sean sinceros…¿Y la alegría de no verles aparecer?

6 Respuestas to “Esos amigos que se dejan caer por tu casa de verano…”


  1. 1 Zoupon agosto 1, 2008 a las 7:01 pm

    Me consta por unos amigos cercanos que hay un invitado peor: El tío cura, este sí que trastoca la vida familiar por completo:

    – Primer inconveniente, le gusta bendecir y deglutir los platos contundentes propios del mes de enero: Que si fabes con oreja, que si callos con garbanzos, que si cocido maragato. Y claro, su hermana no le puede negar nada a la hora de comer. Así que hay que olvidarse de las ensaladas y los pescados a la plancha y doblar la dosis de Don Régulo.

    – Segundo inconveniente, no tolera los trapitos de Laura, la hija pequeña: Con sus diecisiete añitos está en edad y condición física de enseñar piel, pero en cuanto ve aparecer el clergyman de Don Celso, su padre (no sin cierto alivio) la obliga a aparcar las prendas ombligueras y mediomusleras, y venga camisetas anchas y pantalones largos. Y a pasar el trago con sus amigas que tan panchas lucen palmito y tontean en el paseo marítimo.

    – Tercer inconveniente, el novio de Clara, la mayor: El buen muchacho, que se llama Juanjo, que terminó este año empresariales, y que empieza en septiembre a trabajar en la pequeña o mediana empresa de transportes de su padre, tiene la costumbre de pasar unos días con la familia de su novia. Pero no puede mostrarle su cariño con un mínimo de efusión, y no sabe donde meterse cuando Don Celso le habla de «para cuándo la boda» y de «cuáles son tus lecturas favoritas para la ceremonia». Y encima le toca dormir, no con Clara, sino en la habitación de invitados con el sacerdote, que encima huele indefiniblemente, como a incienso rancio.

    – Cuarto inconveniente, Manuel, el mediano, que salió rojete: Es lo bastante prudente para no meterse en camisas de once varas con su tío, que por añadidura es buen polemista, y elude, aunque le hierva la sangre, cualquier tema espinoso. Pero no puede evitar que se le censure el pelo largo y la barba desaliñada, y esas pintas de Pancho Villa que se gasta en general. La camiseta del Ché inscrito en la estrella roja, que se trajo de un mercadillo de Amsterdam, ni la sacó de la maleta.

    – Quinto inconveniente, la misa dominical: Precisamente cuando Fernando Alonso está acosando a Kovalainen, que marchando tercero hizo un trompo, toca ir a la iglesia. Para ir en condiciones, hay que confesarse primero. Así que de uno en uno van conferenciando con Don Celso e inventándose pecados veniales y nunca contra el sexto mandamiento, porque los pecados de verdad ni de coña se los cuentan al tío Celso, por muy canónigo catedralicio que sea. No son religiosos, pero a todos les queda la ingrata sensación de que mentir al confesor es un pecado enorme.

    En el fondo todos lo aprecian mucho, porque es buena persona y ayuda a los pobres en lo que puede, pero el día que se marcha para pasar el resto de las vacaciones con la tita Marycarmen, se quedan muy a gusto. El padre, que es muy ocurrente, siempre hace el mismo chiste: «Este medio mes que nos queda va a ser ex-Celso».

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  2. 2 Julio agosto 1, 2008 a las 8:59 pm

    – ¡Ex-Celso el comentario, Zoupon!

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  3. 3 Bob de Ca's Barber agosto 1, 2008 a las 9:28 pm

    Pa ser sinsero…a mi me gusta mucho invitar a los amigos!, en sa roqueta somos muy pensadores y sin fronteras y siempre tenemos amigos, amigos por el mundo, los que tu te has buscado y los que te han buscado a ti, una ves…conosí a una brasileña muy simpática y organisadora y compulsiva y grande como dos mujeres! , el aparato de teléfono…que gran invento! la puso en comunicasión con sus amigos españoles y como siempre desimos en sa roqueta…ya dirás cosas cuando quieras!, como yo no tenía sitio en «sa caseta» idó se instaló en casa de mis amigos Pauet y Candelaria, menos mal que tenían un sofá-cama fabuloso y cada noche deshasían la salita de estar pa alojar a mi invitada, nunca habían tenido a un brasileña y querían quedar bien, es normal! los de otro pais paresen más importantes y hasen cosas diferentes, por exemplo la Xica tenía la costumbre de andar dormida por la noches como fonámbula y habría las puertas del congelador y preparaba todas las salchichas que había congeladas, tambien abría los cajones del mueble aparador como… dormia en la salita-dormitorio-comedor (los jóvenes van justitos siempre) idò encontraba los puros cubanos del viaje del Xavi con los amigos y se los fumaba todos, no te puedes imaginar el olor por las mañanas! tan raro y nadie sabía porqué, la llevaron a conoser todo y le hisieron una paella en la casa de la mama de Candelaria, ella pero, sólo quería comer las patas de cangrejo lo otro no lo conosía y como su madre era mejicana le encantaba la cosina de méjico, claro! la suerte que tenemos en sa roqueta es la internasinalidad de todo y los mejicanos son como la ensaimada asin que…senaron como reyes en el «Guate-Guate» , la Xica les enseñó a comer las fajítas! pol lo visto sin tenedor ni cuchillo, parese ser que se agarran de una manera espesial, como un misil que entra en la boca me contaron y bebieron ca-i-piriña y la Xica los quiso invitar a dulse de leche con tortitas…caaaa!… un buen tiberio!, el amigo Pauet sabe lo que le costó, como siempre dan la factura a los caballeros…no se porque…lo único raro fué que cuando la llevaron al avión, se dieron cuenta que tenía puesta la xaqueta de la Candelaria, es que desía que era muy bonita, que le gustaba mucho y la encontró colgada en el perxero de la entradita! 🙂 cuando me lo contaban…pensé, menos mal que sólo la he invitao una ves!! por amor del Sielo!! 🙂

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  4. 4 Adela agosto 2, 2008 a las 1:14 am

    En mi casa todo el mundo es bien venido, es la pura verdad, nos gusta recibir y atender y compartir, tal vez sea por las personas que suelen venir sólo buena gente, si alguien no lo es acaba sintiendose mal y no vuelve :), el que llega acepta lo que hay y el funcionamiento, no modificamos nada de lo cotidiano quizás se decore con alguna flor o se prepare algún pastel y si el invitado quiere prepararlo él, encantada. En la isla hay sólo una cosa de las visitas que no comprendo, es habitual no avisar ni preguntar, presentándonos a la hora que sea y en las condiciones que sea, algo así no lo haría nunca un alemán por ejemplo, te llaman antes para asegurar que estarás y si te apetece la visita o es oportuna, alguien me ha llegado a dar quejas de que; «vine ayer a casa dos veces y no estabas ni por la mañana y por la tarde, nunca estás en casa».

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  5. 5 Samba agosto 3, 2008 a las 11:38 am

    ¿Tambien son amigos de verano los vecinos que vienen el mes de Agosto?, creo que sí ya que los tengo casi metidos en casa con su música de los guateques de los 60, no sé si se puede vivir sin música pero sin esa yo les aseguro que sí, cuando una está muerta de trabajar de camarera a turno partido y se sienta un ratito a descansar al fresco se ponen con las luces en el jardín, la cervecita y que vivia España, por las mañanas toca Pimpinela, y encima se traen con ellos el loro que se ha contagiado de ruidoso, puedo asegurar que el 1 de Septiembre, les despido con un suspiro de alivio.

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  6. 6 Ángela octubre 1, 2008 a las 6:02 pm

    Una de dos Duende, o se dejan caer, o son amigos. Sin duda lo mejor de los amigos no es que vengan en verano, es que lo hagan el resto de las estaciones. Besos.

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